La Ciudad del Vaticano es el país más pequeño del mundo. Ocupa 0,44 kilómetros cuadrados y está totalmente rodeado por la ciudad de Roma. Es el centro espiritual de millones de católicos de todo el mundo, pero también un importante atractivo turístico por su Basílica de San Pedro y por los contenidos de los Museos Vaticanos, entre ellos, la Capilla Sixtina.
Ciudad del Vaticano es conocida a menudo como la Santa Sede, por ser la residencia del Papa. Un lugar en el que viven unas 800 personas, aunque ninguna de forma permanente, ni siquiera el Papa. La población está compuesta por sacerdotes, por monjas, altos dignatarios, guardias suizos y el Santo Padre al frente de todos.
Pero las tierras del Papa no siempre fue tan pequeña, en su momento, hasta mediados del siglo XIX, formó parte de los Estados Vaticanos, que ocupaban aproximadamente 44.000 kilómetros cuadrados del territorio de la República italiana. Tras la Unificación Italiana, la mayor parte de esos territorios se convirtió en parte de la nueva Italia.
El poder del Papa fue abolido y el territorio papal fue confinado como te digo al Vaticano. En 1929, el Tratado de Letrán dio autonomía a la Santa Sede, estableciendo oficialmente la Ciudad del Vaticano que atrae a millones de visitantes cada año. El territorio de la ciudad está protegido por sus propias fuerzas militares, los guardias suizos que visten de una manera poco usual.
Los visitantes que llegan a la Ciudad del Vaticano llegan a ella por la gran Plaza de San Pedro. La plaza fue diseñada por Bernini en el tiempo de los pontificados de Alejandro VII y de Clemente IX (1657-1667). Los visitantes de esta magnífica plaza (que en realidad es una elipse) se ven rodeados por dos enormes columnatas, con 284 columnas dóricas dispuestas en cuatro filas, sobre las cuales se encuentran 140 estatuas de santos.
En el centro de la plaza, se sitúa un obelisco egipcio de 25,31 metros de altura traído a Roma por Calígula en el año 38 desde Heliópolis, un lugar ubicado en el delta del Nilo. Dos fuentes se pueden ver a ambos lados del obelisco. La que está colocada a la derecha fue instalada en esta ubicación por Bernini, aunque es obra de Carlo Maderno. La otra es obra de Carlo Fontana.
Miles de visitantes se reúnen en la plaza para escuchar las bendiciones del Papa o para participar en misas, especialmente en días festivos religiosos como Navidad y Pascua.
Basílica de San Pedro
La Basílica de San Pedro es de los conjuntos más espectaculares de la Ciudad del Vaticano y, por extensión, la iglesia más importante del mundo. La primera piedra de este templo se colocó hace más de quinientos años, en 1506. Los magníficos altares y monumentos que se reparten por el interior de la iglesia son demasiado numerosos para mencionarlos, pero incluso aquellos que no son aficionados al arte se quedarán impresionados por lo que pueden descubrir en el interior de esta increíble basílica. Entre los tesoros, obras del reconocido escultor y arquitecto Gian Lorenzo Bernini o la Pietà de Miguel Ángel.
A la enorme cúpula de San Pedro, otra creación de Miguel Ángel, se accede por un ascensor que llega hasta el techo. Una vez sobre el punto al que sube el ascensor, aún hay que caminar subir otros 323 peldaños para tener la oportunidad – y ésto es un regalo para la vista- de descubrir una de las panorámicas más hermosas y completas de la ciudad de Roma.
Los guardias suizos
Cerca de la entrada de la basílica, se pueden ver algunos de los famosos guardias suizos. Desde 1506, cuando el papa Julio II invitó a los soldados helvéticos a unirse al pequeño ejército del Vaticano, han sido los guardias de la Santa Sede y del Papa en particular. Todos los miembros deben ser suizos, católicos y deben prestar juramento de lealtad al Papa. Este juramento se toma el 26 de mayo, para conmemorar el histórico Saqueo de Roma de 1527, cuando los guardias suizos protegieron al papa Clemente VII durante su huida al castillo de Sant’Angelo. De los 189 guardias, solo 42 sobrevivieron.
Museos del Vaticano
La Ciudad del Vaticano es también la localización de una serie de exposiciones permanentes conocidos como los Museos Vaticanos. Se trata de las colecciones de arte más impresionantes del mundo. Algunas de las obras de arte más famosas que se exhiben en sus dependencias son excepcionales como las que se pueden ver en los techos y paredes de la Capilla Sixtina. En la lista de esculturas excepcionales, hay que sumar el Laooconte y el Apolo de Belvedere. Ir a Roma y no visitar los Museos Vaticanos es como no haber pisado nunca su suelo.
Para no perderse nada, hay que organizarse bien. La Ciudad del Vaticano tiene su propia oficina de turismo que está situada en el lado izquierdo de la Plaza de San Pedro. Ahí puede empezar la visita. Por cierto, se dice que el sistema postal de la Ciudad del Vaticano es mejor que el italiano, por tanto, no es mala idea enviar las postales desde la Santa Sede.
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