Te voy a descubrir un lugar con mucho encanto en Florencia: el Giardino Torrigiani. Un verde florentino lleno de paz. En y fuera del mundanal ruido.
El histórico Giardino Torrigiani se encuentra algo alejado del centro histórico de Florencia. Para que lo encuentres sin problemas, decirte que está entre la Vía de ‘Serragli, la Vía del Campuccio y el tramo de muros que se extiende a lo largo del Viale Francesco Petrarca.
Se trata de un gran parque urbano. Muy coqueto y hermoso y, apunta, en él se puede ver (y disfrutar), como un extra, de un palacio típicamente italiano, el llamado Casino Torrigiani de Campuccio.
Es una de las pocas áreas verdes grandes, que aún se mantienen en pie dentro de las murallas, y, lo mejor, en un estado óptimo de conservación. Se trata de un ejemplo típico de un jardín italiano de estilo romántico. Una forma de concebir los espacios verdes que marcó el gusto por los jardines a principios del siglo XIX .
Vamos con algo de historia. En el siglo XVI, ya existía una finca llamada Torriginani, por la familia la familia del mismo nombre que se había acomodado en la zona de il Campuccio. A finales del siglo XVIII, con la desaparición de la línea de descendientes en Florencia, el legado del cardenal Ludovico María Torriggiani pasó a su bisnieto Pietro Guadagni, quién tomó el nombre de su tío. Pietro Guadagni sería quien comenzaría la construcción del gran jardín que conocemos hoy.
Entre 1802 y 1817, y gracias a adquisiciones posteriores de nuevos terrenos, el nuevo marqués Torrigiani extendió la propiedad, desde Via del Campuccio y Via dei Serragli y las murallas hasta la actual Piazza Tasso, llegando a cubrir un área de aproximadamente diez hectáreas.
La tarea de diseñar el grandioso jardín fue encargada a Luigi Cambray Digny (1813 – 1814), quién luego sería reemplazado en la tarea por el joven Gaetano Baccani. En aquel primer momento, se creó un jardín de estilo inglés, rico en sugerencias relacionadas con el mundo de alusivo a la Arcadia y, sobre todo, imbuido por el simbolismo de los francmasones. Y es que el marqués Pietro Torrigiani profesó la masonería.
El proyecto original se caracterizó por el levantamiento de una gran cantidad de pequeños edificios, pero también la colocación de estatuas, entre las que se distribuyeron muchas rarezas botánicas.
En una vieja guía del Giardino Torrigiani se recogían referencias de lugares tan curiosos como El Hipogeo, la Cueva de Merlín, el Carrusel Cubierto, el Jardín de Cítricos y Flores, La Amazona, la Arcadia, el Gimnasio, la Gran Torre, el Aviario, la Limonainao el Arroyo del Puente Magnífico.
Como curiosidad, contarte que a finales del siglo XIX, equipos de jugadores de fútbol se entrenaban y disputaban encuentros privados. Equipos formados por representantes de familias inglesas que vivían en Florencia por motivos de trabajo y miembros de la aristocracia florentina que se vio en el fútbol un entretenimiento a su altura.
Aún más, uno de los Torrigiani de la época, otro Pietro, fundó en Florence Football Club, el club de fútbol más antiguo de Florencia del que fue presidente el alcalde de la ciudad.
Descripción
En los primeros tiempos, el acceso al Giardino Torrigiani se efectuaba por la Via dei Serragli y desde esa entrada las personas seguían una ruta de visita prefijada cargada con mucho simbolismo.
De entrada, el visitante se topaba con una estatua del dios egipcio Osiris, divinidad de la agricultura, del mundo de los muertos y de la resurrección. La estatua aún presenta una serie de inscripciones que explican las normas de uso del jardín del tiempo en el que se abrió al público en 1824.
La entrada actual por Via del Campuccio -número 53 de la calle- permite acceder a un sector del jardín que está significado por un gran espacio circular de flores que está dividido en cuatro partes. En su centro, se puede ver un grupo escultórico clásico de Pío Fedi que representa al filósofo Séneca con un joven Pietro Torrigiani. Fedi fue también el autor de La violación de Polissena de la Logia dei Lanzi situada en el centro de Florencia.
No lejos, se puede ver la citada Gruta de Merlín, en la que el personaje se utilizaba para recordar al visitante la importancia de la fuerza interior de las personas. Las paredes de esta parte del jardín estaban cubiertas de frescos que reproducían escenas de campo y falsas arquitecturas compuestas de ruinas.
Caminando por un sendero sinuoso ligeramente en cuesta arriba el visitante puede ver a la derecha un pequeño anfiteatro, que no es apto para representaciones teatrales, sino que tiene un sentido puramente simbólico. Muy cerca están el Gimnasio y el Templo de Arcadia, donde los deportistas se podían cambiar después de jugar al tiro con arco, después de una competición de tiro con arma o tras un partido de fútbol.
El Osario
Junto al césped hay un pequeño bosque que se deja ver en el entorno de una colina artificial. La oscuridad de la vegetación introducida en la segunda parte del camino hay que relacionarla simbólicamente con los temas de la noche y la muerte.
En el bosque hay una ermita y algunas esculturas también significativas: una urna con una serpiente y un búho (perdido) Igualmente simbólico fue El Osario, formado por una pequeña cueva que está precedida por un camino bordeado por elementos de estilo egipcio.
El camino sigue junto a una serie de muros antiguos del siglo XIV, justo para llegar a la base de la colina en la que se construyó una habitación que simboliza un horno crematorio del que la torre que está encima parece ser la chimenea. El paso por el horno y la salida de las imaginarias cenizas del visitante por la torre-chimenea semejarían un proceso de purificación y una especie de resurrección positiva.
La torre
El Torrino del Giardino Torrigiani fue construido por el arquitecto Baccani en 1824 con una altura total de unos cuarenta metros. Sin embargo, al estar sobre una columna artificial, parece ser aún más alta.
La torre está relacionada con los Torrigiani, en el escudo de armas de la familia se puede ver precisamente una torre coronada por tres estrellas. Las estrellas representan los tres niveles o grados que llevan a los que se inician a entrar en la masonería.
La torre tenía dos usos prácticos. Uno, como soporte para la observación de las estrellas, y, dos, como una especie de museo en el que se conservaban instrumentos astronómicos, libros antiguos y diferentes tipos de armas.
Si el Giardino Torrigiani llama a tu curiosidad, te recomendamos una serie de hoteles en Florencia para disfrutar de una estancia agradable con este verde florentino lleno de paz.