La Casa de las Vestales era la residencia oficial de las vírgenes vestales de Roma. De las seis sacerdotisas encargadas de vigilar en fuego sagrado y de otros ritos relacionados con los cultos domésticos de la Antigua Roma. La Casa de las Vestales permitía mantener una comunicación con los dioses, algo así como una wifi para comunicarse con el más allá.
En origen, estas tareas fueron encomendadas a las hijas de los primeros reyes romanos. Más tarde se le dio ese protagonismo a un grupo de mujeres que entraban a formar parte del grupo de las vestales a una edad muy temprana, entre los seis y los diez años. Las vestales pertenecían a las familias patricias de Roma y debían permanecer vírgenes cumpliendo su cometido sacerdotal por espacio de treinta años.
Las vestales que no seguían estos preceptos eran condenadas a muerte y enterradas vivas porque su sangre manchada no podía correr. A cambio, las vestales gozaban de muchos privilegios. Entre ellos, no estaban sujetos al control de los padres, tenían grandes ingresos económicos y un enorme prestigio social. Tenían también asientos reservados en espectáculos públicos y eran enterradas en tumbas dentro de las murallas de Roma.
El lugar que fue la residencia de estas sacerdotisas se puede ver en Roma como restos arqueológicos. La Casa de las Vestales que se puede ver hoy en Roma es una reconstrucción que se levantó después del Incendio de Nerón en el año 64. El edificio se reconstruiría más tarde en época de Adriano y aún se restauraría una vez más bajo el mandato de Septimio Severo.
La Casa de las Vestales por dentro
Tal y como se puede ver sobre el terreno y a la vista de los restos arqueológicos, la Casa de las Vestales estaba situada al este del Templo de Vesta. Dentro de la casa, había un gran patio rectangular que estaba rodeado por pórtico con columnas sobre las que se apoyaba un segundo piso. Alrededor del patio se ordenaban las estancias del edificio. En el centro del patio había varios estanques que formaban parte de unos jardines. En el porche debía haber esculturas, algunas de las cuales se puede ver en el Museo de las Termas, aunque otras se han colocado en el mismo lugar sin saber muy bien si eran sus lugares exactos.
En el lado este del edificio, había una sala cubierta por una bóveda a la que acompañaban una serie de habitaciones a cada lado que se supone que eran para cada una de las vestales. En la parte sur, se han encontrado restos de un horno, de un molino y de una cocina.
Una escalera conducía al piso superior donde había más habitaciones para las sacerdotisas y unos baños que contaban con un sistema de calefacción. Un tercer piso debía albergar al personal de servicio.
En el lado sur de la Casa de las Vestales, se encuentran los restos del santuario Aius Locutius que estaba dedicado a un dios de los misterios y quién fue el que advirtió en el año 390 aC que los romanos iban a ser atacados por los galos.
Al oeste de la construcción, había una estancia que hacía las veces de comedor, un triclinum. Los restos del lado norte de la Casa de las Vestales están en tan mal estado que los especialistas no son capaces de interpretar sus funciones.
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