El puente de Brooklyn, uno de los iconos de Nueva York, fue construido entre los años 1869 y 1883, conecta Manhattan con el distrito más populoso de Nueva York, Brooklyn. El puente es uno de los monumentos más famosos y la parte más rasa del skyline de la ciudad de Nueva York.
En el momento de la construcción, Brooklyn, fundada por colonos holandeses en el siglo XVII, seguía siendo una ciudad independiente, separada del resto de la población. De hecho, llegó a ser una de las ciudades más grandes de Estados Unidos. En 1898, quince años después de la apertura del Puente de Brooklyn, los ciudadanos del distrito decidieron mediante una votación convertirse en un barrio de Nueva York.
La construcción del puente de Brooklyn comenzó en 1869 y tardó catorce años en completarse. En el momento de su construcción, muchos creyeron que el puente era una locura por su tamaño.
Quien permaneció detrás de todo el esfuerzo constructor del puente fue John Roebling, un inmigrante alemán que había trabajado para el gobierno prusiano como constructor de puentes y carreteras. Lanzó la idea de construir un puente sobre el East River después de haber tomado un ferry que cruzaba el río que terminó atrapado en el hielo.
John Roebling nunca llegaría a ver el puente que había diseñado, murió después de un accidente en el que uno de sus pies fue aplastado. No fue el único en perder la vida durante la construcción. Veinte de los 600 trabajadores de la obra murieron mientras trabajaban en el puente.
El hijo de John Roebling, Washington Roebling, se hizo cargo a la muerte de su padre de la dirección de las obras, pero también murió pronto. Sufrió una enfermedad consecuencia de su trabajo en los pilares del puente. El día de su inauguración, Washington Roebling estaba en su lecho de muerte. El día de la inauguración fue un 24 de mayo de 1883 y tras cortarse la cinta cruzaron el puente alrededor de 150.000 personas.
Puente sólido en la realidad
Roebling no solo había construido un puente que parecía increíblemente sólido en la mesa de dibujo, sino que también resultó ser igual de resistente en la realidad. Todo, gracias a una malla de cables, de los cuales, los cuatro más gruesos, que tienen un diámetro de 28 cm, están anclados en el suelo y evitan que el puente se venga abajo.
Pero a pesar de todo, si los cuatro cables más fuertes se rompieran, los otros cables seguirían siendo suficientes para soportar el puente. Roebling incluso afirmó que el puente no colapsaría sin cables, sino que simplemente se hundiría.
A pesar de estas palabras, muchos neoyorquinos no estaban convencidos de su solidez. Y temían usarlo para cruzar la bahía de Nueva York. Para demostrar que estaban equivocados, el empresario circense Barnum encabezó en 1884 una caravana formada por 21 elefantes que cruzó el puente de punta a punta. Y no pasó nada.
El Puente de Brooklyn representa una de las hazañas más destacables de la ingeniería del siglo XIX. El puente se extiende por el East River entre Brooklyn y Manhattan y se alarga en una longitud de 1,8 km. La separación entre las torres 486 metros. Esto hizo que, en su momento, el de Brooklyn fuera el puente colgante más largo del mundo.
La característica más notable del Puente de Brooklyn son las dos torres de mampostería a las que se conectan una cantidad enorme de cables. Las torres, con sus arcos apuntados, tienen una altura de 84 metros sobre el agua. Roebling aseguró que su obra se acabaría convirtiendo en un monumento. Y éso ocurrió en 1964 cuando el Puente de Brooklyn fue declarado monumento nacional.
La vía peatonal elevada del Puente de Brooklyn permite cruzar el río sin entrar en conflicto con el tráfico rodado que lo cruza. Además, ese paseo elevado permite disfrutar de una maravillosa vista del centro de Manhattan. Unas vistas que atraen a millones de visitantes al puente cada año.
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